lunes, 17 de noviembre de 2008

LA CASA YERTA




La dejaste olvidada, sin candado ni llave
las paredes desnudas, las cortinas colgantes
ahora es todo penumbra lo que fue luz un día,
donde todo brillaba, solo el polvo resbala,
pegajoso y obsceno impregnando mi vida.


Los cajones vacíos, saqueado el recuerdo,
los armarios repletos de cacharros grasientos.
He gritado tu nombre y se han roto los vidrios
y han temblado los suelos y los techos umbríos,
y ese catre olvidado que ayer fue nuestro lecho
parecía una tumba con sudarios mugrientos.


La bañera herrumbrosa aún gotea tu sangre
las goteras de ausencia, por el suelo se esparcen.

He cerrado la puerta con candado y con llave,
he prendido el mechero sin pensarlo un instante
he quemado de un soplo nuestro hogar, nuestra calle
y el amor que te tuve y juraste guardarme.


Sin girar la cabeza me hundiré entre las sombras,
arrastrando mi alma entre el miedo y el hambre
de tenerte a mi lado, de volver a encontrate
destejiendo recuerdos, arrojando a la lumbre
viejas fotos, palabras, el sabor de tus carnes,
las canciones que nunca volveré a susurrarte.

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