martes, 21 de septiembre de 2010

LA SOMBRA DE LA DUDA


La sombra de la duda  oscurece tus ojos
como nubarrones  de fuego cargados de pedrisco.
Tu voz se tiñe de tinieblas
y se quiebra por los rincones del recuerdo.
Cada eco de mis pasos te recuerda el infierno
y mi pluma te desgarra el alma como daga entre líneas.
El pasado está vivo pero sigue sangrando
y  la herida palpita temblorosa ante cada amenaza.

Rompí la copa de bohemia
y ahora bebemos en  un cáliz amargo.
Me duele tanto  tu dolor
 que  me arrancaría los ojos  por no ver  tu ausencia,
por  no ver  el rayo que te taladra el alma.
Pero no tengas miedo, mis alas de Ícaro las fundió la pena
creí alcanzar el sol  y me estalló en la cara.

Ya jamás volaré lejos de ti, y tu mano
será el lazarillo que guiará mi vida.
Mi  loco vuelo terminó en picado
pero mi amor viajará más allá de las estrellas
para  grabar nuestros nombres enlazados
En  el árbol matriz del firmamento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No hay duda cuando el corazón sencillo se marchita por la ausencia.
No hay sombra cuando tu sonrisa ilumina el espacio.
No hay pedrisco que tú no puedas cobijar
No hay miedo porque me quedo en tus alas.
No tengo dolor porque tú me acompañas.
No rompo la copa porque con ella voy a brindar frente al sol que nos ciega.
Luego juntos con la amenaza acechando, palpitaremos en susurros para apenas volar tocando bendiciones que jamás voy a olvidar.
Elena Navarro