Hay días en que vomito tu ausencia
y me aferro a tu cuerpo como un naufrago,
días en que la bilis me quema la garganta
y el estómago se gira como un guante agujereado,
días en que persigo hasta tu sombra,
días en que te veo marchar y desespero
como si fueras a surcar el infinito
y aguardo tu llegada como un perro
lamiendo las huellas de tus pasos.
Hay días que me pierdo en tu regazo
y me hundo en tus pechos movedizos,
agonizo en el lecho de tu vientre
y muero en tu espumosa madreperla.
Hay noches en que ciego y desvalido
te busco y no te encuentro
y zozobro en las olas de tu lecho
braceando en los mares de tu cuerpo
esquivo y despiadado,
sin poder alcanzar la playa de tus brazos
el delta de tus muslos
el puerto de tus besos,
boqueando de amor fuera del agua
que mana de tus labios.
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