martes, 16 de febrero de 2016

HEMORRAGIAS BLANCAS



Me desangro en hemorragias blancas
que blasonan los lienzos de mi lecho
y pinto con mis dedos tu retrato
mojando en la paleta del deseo
el sueño enamorado de tu ausencia,
el frío desamparo de tu cuerpo,
untando los pinceles del recuerdo
en la seca paleta de tu sexo.

Mi piel se resquebraja y se cuartea
como la tierra huérfana de agua
y mi fuente se ciega y se emponzoña
esperando tu cántaro y tu jarra,
añorando el aroma de tus labios,
el perfume frutal que en ti transpira
la miel de tus racimos espumosos
el maná de tus bocas encendidas.

Jose Luis Posa


sábado, 6 de febrero de 2016

APRENDIZ DE POETA

Si fuera pintor, crearía nuevos colores,
plasmaría el brillo irisado de tus ojos,
la mágica luz de tu cuerpo desnudo
apenas alumbrado por el temblor de una vela.

Si fuera escultor, crearía nuevas materias
de donde extraer la textura sedosa de tu pelo,
el tacto encendido de tu piel acariciada
por las llamas de mis manos viajeras.

Pero solo soy aprendiz de poeta,
y las palabras se me escurren entre los dedos
como húmeda arena
cuando intento esculpir
la cálida morbidez de tu vientre,
las esponjas doradas de tus pechos,
las boas de tus muslos ciñendo mi cintura,
tu grupa altiva que incita a galoparla
por sendas de locura.

Mi pluma moja en tu cáliz de fuego
pero la tinta se niega a secarse
y emborrona la hoja de mi deseo hasta hacerla ilegible.
Solo mi lengua eleva sin palabras,
embriagada por tus mágicos besos,
una eterna elegía a tu belleza,
una oda a tu cuerpo de diosa,
mientras mis manos arrojan una tras otra las emborronadas cuartillas 
al pozo sin fondo de mi impaciencia.

EL MAGMA DE LA VIDA

Fundirme entre tus brazos
es retornar al magma de la vida,
sumergirme en el útero primigenio,
sumirme en el tiempo hasta el cero absoluto.

Enfilarme a tus ojos es viajar a los confines
donde el polvo de estrellas engendra las galaxias,
es asumir la inmortalidad muriendo en el intento,
resucitar al tercer día en tu regazo

Beber de tus racimos es recibir el maná de los desiertos,
embriagarme del olor a pan recién horneado,
recorrer tu cuerpo con  manos de ciego
descubriendo a cada instante valles secretos y colinas ardientes;
fundirme en tus simas es el bautizo absoluto
que me devuelve limpio, con el alma recién parida
y el cuerpo impregnado en la tibia placenta de tu seno.

Hacerte el amor es renacer mil veces,
ciego desnudo, bañado en tus efluvios,
hasta perder la noción de mi mismo,
hasta sentir que mi cordón umbilical
se pierde en el pozo sin fondo de tu tiempo.

El nacimiento y la muerte se abrazan en ese cenit
en el que vislumbras el túnel de luz que nos trajo a la vida,
en el ígneo cráter de tus muslos ,
en la insondable laguna de tu vientre,
en las montañas sagradas de tu grupa,
en tus pechos de luna.