Cuando esperaba a penas un dorado retiro
un abrigado puerto, una plácida siesta
la vida me sacude soplando mi velamen
con un mistral furioso que arrebata mi mástil.
Cuando la tibia tarde presagiaba el ocaso
y el sol hería el cielo con su espada de fuego,
resurges como Venus desnuda entre las aguas
y alumbras mi océano con tus ojos de estrellas.
La vida nos regala una antorcha encendida
para abrirnos camino, para espantar las fieras
para borrar la brumas, para azuzar los miedos
para encender tu rostro y caldear mi cuerpo.
¿Cómo soñar que un día pudiera cobijarte
prendida de mi pecho, bebiendo de mis labios,
aquella noche fría en que zarpo tu barco
y yo me quedé solo bebiendo mi fracaso.?
¡Cómo soñar que un día el mar me devolviera
a esa mujer divina que fue mi vida entera
a esa mujer que un día me alimentó de besos
y me mostró la vida manando de sus senos !
Cuando apuro tu cáliz de oscuras malvasías
y siento como el magma te hierve en las entrañas
bendigo aquel momento que nos cruzó el destino
después de media vida llenando tu vacío.
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