Dicen que el tiempo vuela y nos arrastra,
dicen que el péndulo late a toda prisa,
que el sol enloquece por abrazar la luna
más siempre llega tarde.
Yo tengo agujereados los bolsillos
donde guardo las horas
donde guardo las horas
y se me pierden por la calle
contemplando la sonrisa de un niño,
la mirada límpida de una crisálida
que empieza a sentir crecer
las alas en su pecho,
las alas en su pecho,
la neblina perdida en la mirada de un viejo.
El tiempo huye en forma de lágrimas,
hilvanando recuerdos y esperanzas
en un tapiz incierto,
en un tapiz incierto,
escuchando esa música que tan solo yo escucho,
o engendrando esos versos
que termino abortando.
que termino abortando.
A veces hace espumas como una catarata
arrasando a su paso cuanto alcanza,
más detiene su marcha y se aquilata
perfumando mi alma con menta y hierbabuena
A veces es el tiempo quien me monta a su grupa
y me lleva a galope a través del espejo
e intenta derribarme en su loca carrera
y prueba a patearme con sus cascos de fuego.
Pero todo es quimera,
porque el tiempo es un sueño
y el único péndulo, es el que palpita
en el centro del pecho,
bombeando ilusiones,
salpicando recuerdos,
mientras el calendario arranca las hojas
que trenzan su última danza
en los brazos del viento.
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