Me pides que renuncie
al mágico embrujo de tus besos
al aroma frutal de tus racimos
al sabor de tu espumosa madreperla
Me pides que renuncie
a degustar tu desnudez profana
a hundirme en la laguna de tus ojos
a acariciar tu alma
Me pides que destruya
las misivas, las fotos, los poemas
que rebobine la cinta de una vida
que me arranque tu amor de un solo tajo
Pero no exijas nunca que renuncie
al calor de tu amor, de tu recuerdo
a la última vez que nos amamos
pues ni quiero, ni puedo, ni lo intento.
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