A veces siento
que me estoy desangrando,
es una hemorragia
transparente, invisible,
vago por las
calles y siento que la vida se escapa,
pero impera la
calma.
Esa herida no
sangra y las lagrimas no abrasan mis mejillas,
la mirada se
encoje
como temerosa de
de mirar sin ver el cielo
y el corazón se
estanca o se acelera como
un mar caprichoso
e irascible.
A veces siento
que el pecho se desboca
incapaz de tanto
sentimiento,
el aliento se
congela y el tiempo se atora
en el péndulo de
un suspiro.
Los pies me
arrastran como autómatas
sin saber hacia a
donde caminan.
pero hay que
seguir
hasta que se
agoten las pilas del recuerdo,
la llama de la
esperanza,
la ceniza que un
día fue árbol.
Entonces, como un
muñeco roto,
me arrojaré a la
basura de la vida hasta que me recojan
y me reciclen en
un hombre nuevo,
en el hombre que
pude haber sido,
en el hombre
capaz de merecerte
capaz de
enamorarte
capaz de
perdonarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario