Hay momentos en que la vida te golpea con tal saña
que vagas por el
cuadrilátero, ciego,
agarrántote a las cuerdas,
esperando la campana salvadora,
pero solo escuchas el sordo latido de sus guantes
machacar tu rostro, tu
plexo, tu costado.
Intentas abrazarla
para no desplomarte
pero de un gancho te
destroza la boca,
buscas la esquina a
trompicones escupiendo los dientes,
pero ya no hay
banqueta, ni segundo, ni cubo ni toalla.
El ring voltea tu cabeza
mientras la lona se
presta a besarte las boca,
pero arrancas el
último suspiro
y te tiras al cuello y
pateas y muerdes y desgarras
con las zarpas
furiosas de la rabia,
ya no hay campanas ni
árbitros ni jueces
solo tu y tu combate a
vida o muerte golpeando la nada.
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