martes, 27 de abril de 2010

ELGIA A CARLOS ÁLVAREZ

Demasiadas muertes para una sola vida…
y llegan en tropel, cual hordas furibundas.
Arrasan tus recuerdos y queman tus cosechas,
te dejan desnudo perdido entre la niebla.


Pretendes cobijarte pero no encuentras techo,
la lluvia de aguijones te martiriza el alma,
cierras los ojos y solo ves la sangre
que fluye encabritada, hirviendo por tus venas


Demasiados caminos truncados por las zarzas,
cerrados por selvas de cardos y maleza.
¿A dónde llevarían , a donde llegarían
si la parca impaciente no hubiera segado
las flores y la hierba con su fiera guadaña ?


Hoy ha sido otra espiga dorada por la vida
arrancada y hollada por la bota de clavos,
por esa muerte negra que viene sin llamarla
por esa vida fría que escapa despiadada.


Y yo me quedo huérfano
entre la escarcha de mis lágrimas,
tejiendo mil preguntas e increpando al viento
que parece reírse y me desgarra el rostro
mientras aúllo a la impávida luna
que me niega tres veces tras los nubarrones.

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