A veces subes el puente
y atrancas todas las puertas
te cierras a cal y canto
y apagas todas la velas
sólo el silencio contesta
los ecos de mis llamadas
resuenan en mi cabeza,
y los oídos me zumban
y el corazón me revienta
de tanto llamarte a gritos
y suplicar tu respuesta
Y paso toda la noche
acurrucado en tu verja
soñando sentir tu mano
acariciar mi melena,
soñando que ya amanece
soñando que abres la cerca
y me haces hueco en tu lecho
y me abres brecha en tu pena
para lamer con mi besos
las llagas que te atormentan.
Pero las horas se escurren
y le frio el alma me hiela
y me tumbo ante tu puerta
como un perro sin correa
hurgando entre mis recuerdos
aullando de miedo y pena
mendigo de una caricia,
de un hueso que tu me dieras.
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