A esa hora bruja
en la que los fantasmas
se enfrentan a los amos del calabozo
y se abren las mazmorras del alma,
los sueños se mezclan con las pesadillas
y los poemas con los ensueños
mientras los semáforos de la conciencia
parpadean en ámbar.
En ese momento en que los carrillones
desgranan sus tétricas campanas,
es cuando compongo mis nocturnos
en mis mudos teclados.
Mis dedos se deslizan impulsados
por un poder de ultratumba
y sus notas inaudibles
enhebran etéreas sinfonías;
mientras las luces y las sombras
bailan la danza de la madrugada,
yo sueño despierto
a la espera de pensar dormido.
Selene se desprende de sus velos
para que Helios la contemple
en todo su esplendor
y salga de su lecho marino a perseguirla,
el milagro se repite,
el mundo se despierta,
la vida sigue.
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