El otoño me ensombrece el alma,
se desliza como una nube negra
ocultándome el cielo,
preludiando tormentas.
Llueve sobre mis miedos
calándolos de oscuros presagios,
es una lluvia helada
que al correr por mis mejillas
se transforma en fuego,
lágrimas heridas de vacíos ,
lágrimas muertas.
Los llantos nonatos
se acumulan en el pecho
y pugnan por nacer como abortos obscenos,
entonces me encierro en los escusados,
los dejo caer y tiro de la cadena
para borrar los rastros del crimen.
Pero todo es inútil
no hay vacunas ni condones contra la pena negra
y te acecha desde los rincones del recuerdo,
te penetra y te preña de vacíos ardientes.
El otoño se desliza como una sierpe
por entre las hojas muertas,
las oscuras golondrinas
son aún más oscuras cuando abandonan tu nido
y el silencio invade sus espacios,
el otoño marchita las flores tardías
desnudando el follaje de mi vida…
y llega el invierno
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