A veces me despierto, y vivo pesadillas,
me refugio entre las sábanas y cierro los ojos
para no ver la noche, pero el sueño no vuelve.
Cargo al hombro mi pesada rutina
mis prejuicios cansinos
mis andares ajados
y me lanzo a la calle a cazar la vida
pero la vida huye y solo veo niebla,
niebla que se masca, que se enrosca en mi mente
como remolinos de nada.
Cierro los ojos y persigo el sueño
pero el sueño escapa en pos de la utopía,
intento perseguirlos, pero mis rodillas se quiebran
y mis ojos se pierden en la pantalla de un gran hermano omnipresente.
Tras la absurda jornada de luchas vacías y proyectos fatuos,
me sepulto en la cama y apago los neones
buscando refugio en un sueño que me devuelva a la vida,
que me rescate de la pesadilla de vivir por miedo a no seguir viviendo
por miedo a despertar y mirarme de una vez en el espejo.
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